domingo, 27 de julio de 2014

Clima mediterraneo

Este fin de semana hemos tenido un clima mediterráneo, nordestes suaves, mucho sol y calor. Hemos pasado el sábado y el domingo en el barco.

Llenamos el depósito y la ducha solar de agua y salimos de Puertochico a las 16:30. Fondeamos directamente en la playa de Pedreña para evitar la aglomeración al menos durante la tarde, aunque luego nos iríamos al Puntal, ya que nos quedaríamos sin calado por la noche. Nada más llegar, nos bañamos todos y después de la merienda, bajamos los niños y yo a la playa, Mar se quedó tomando el sol. La verdad es que el bote está dando mucho juego, porque el barco se les queda muy pequeño a los niños, todo el día encerrados.


Ignacio y Sofía bañándose en la playa, al fondo, entre los reflejos del sol en el agua, el Savreh..

A las 20:30, nos fuimos de Pedreña, ya se estaban marchando la mayoría de los barcos del Puntal y al estar la marea más baja y marcarse más la canal, queda más claro donde fondear tranquilamente toda la noche. Solo hay que averiguar que barcos se van a quedar a dormir y cuales se van a ir, para tratar de estar lo más separados posible de los que se van a quedar. Cuando se puso el sol, cenamos todos juntos, porque teníamos un hambre atroz.


 Preparando la cena, con el sol poniéndose y con una temperatura excelente, a pesar del relente del anochecer..
Aunque no había luna, el cielo estaba muy despejado y la oscuridad tardó en llegar.

Los niños se acostaron juntos en la litera de proa, pero tardaron en dormirse debido a la excitación del día.

Por fin cayeron rendidos.









Aviso a navegantes: el que se quiera ir a dormir al puntal, va a encontrar un paisaje estupendo, una experiencia, el estar el primero en la playa al día siguiente, una cena romántica a la luz de una lámpara de petróleo bajo las estrellas, etc. Lo que no va a encontrar es un remanso de paz y tranquilidad, fuera de la ciudad, donde no se oye un ruido, y menos en pleno verano. Los dos chiringuitos, el del primer y el del segundo embarcadero, ofrecen cenas y fiestas por encargo, que duran hasta la una y media o las dos. 

Los que se han quedado varados durante la tarde, no les queda otra que irse a los chiringuitos a hartarse de gin-tonics o cubatas mientras esperan a que les alcance la marea. Cuando ya es de noche y se han acabado las fiestas, cierran las barras o les ha alcanzado la marea, se van andando dando tumbos hablando a voces y entre risas hasta el barco y sacarlo. Si encima estas fondeado en su camino de vuelta y tienen que pasar a tu lado, como por las voces ya sabes en que condiciones van a gobernar su motora, tampoco duermes muy tranquilo pensando si te van a ver o no, pese a la luz de posición.

Pese a lo que me quejo, merece la pena y es una gran experiencia, sobre todo por el amanecer, mucho más tranquilo. Cuando salí a la cubierta, estaba bajando con fuerza la marea, y arrastraba mucha espuma y suciedad del río Cubas

Fijaos la espuma que baja con la corriente, y la que se ha acumulado en la proa del bote.

 A la hora del desayuno, ya estaba calentando el sol.

Cuando por fin se despertó Ignacio, bajamos todos con el bote y nos fuimos a dar un paseo por tierra. Nos bañamos en las Quebrantas, que es la playa que está al otro lado de la lengua de arena del Puntal y que da directamente a la canal principal de la bahía de Santander. Es una playa más fresca, porque está descubierta al nordeste, tiene olas, directamente del mar, que en la parte de Somo y Loredo aprovechan los surfistas y normalmente el agua está más caliente.

Después de bañarnos de nuevo en el Puntal y comer en el barco, aquello se estaba poniendo imposible, no hacían más que venir barcos y al estar fondeados en plena canal del Puntal, nos pasaban a 30cm, incluso una chica con una motora nos abordó, ¡y encima dijo que no nos había visto! Por fortuna no pasó nada, pero después de comer, en cuanto pudimos, nos fuimos de nuevo a la playa Pedreña.

 El Puntal estaba a tope.

A media tarde hacía tanto calor y el sol pegaba tan fuerte que únicamente se podía estar abajo, a la sombra, intentando descansar un poco. A los niños les pusimos la película de Nemo, pero no se estuvieron quietos mucho rato.

 Viendo la película en la litera de proa.

Cuando refrescó un poco, bajamos de nuevo a Pedeña, amarramos el bote a una piedra y echamos un rato en la playa, bañándonos y jugando con la arena. Ignacio ya nada "a perrito" sin manguitos, ha perdido el miedo, y se cree que puede llegar a todos lados nadando.

Volvimos a vela Santander a las 20:30, con el génova, plenamente satisfechos del fin de semana y sin provisiones, Ignacio llevó la caña un rato.

 Ignacio a la caña.



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