domingo, 31 de mayo de 2015

Colonia de gaviotas en Mouro

Ayer sábado fue el primer día de las salida del grupo de Carpe Diem. Una tarde magnífica. Soplaba nor-nordeste suave y una temperatura estupenda. El plan era desembarcar en la isla de Mouro para que los niños vieran la cría de las gaviotas en las rocas. 

La flota la formábamos cuatro barcos, uno de ellos un oceanis 47,3. En el Savreh salíamos dos niñas de 11 y 10 años, un doctor y yo. El Savreh salió el primero. Enseguida izamos las velas y ceñimos hacia la isla.

Rumbo Mouro.
Llegamos de dos bordos y fondeamos sin arrancar el motor. La isla, desierta. Nada más hacer firme el cabo del ancla, aparecieron tres zodiacs con al menos 20 buzos, de una escuela de buceo que venían a hacer su bautismo. También apareció la zodiac de la cruz roja que nos ayudaría a desembarcar y los otros tres barcos del grupo. De repente, una romería. 



No podíamos desembarcar porque la zodiac no podía pasar a la isla por encima de los buzos, que andaban por el fondo y podíamos ver sus burbujas. Decidimos esperar a que acabasen. Mientras, mis dos grumetillas se bañaron, por la cara que ponían, el agua debía estar helada, pero no dieron un paso para atrás en la escalerilla ni se quejaron ni un momento. Son unas valientes. Dimos cuenta de dos tartas de cumpleaños y luego las pasamos a otro barco, por medio de la Cruz Roja.

Cuando finalizaron el bautizo de buceo, se fueron y pudimos desembarcar.
El Savreh casi no se ve. 


Efectivamente, la isla estaba plagada de nidos de gaviota, cada nido tiene tres huevos, cuando hay alguno con uno o dos huevos, es que el resto ya han roto el cascarón y andan cerca, escondidos entre la vegetación. Los niños cogieron muchos huevos y polluelos para examinarlos, luego los devolvieron a los nidos. De color marrón y con manchas pardas, cuando eran cogidos, vomitaban lo que tenían en el estomago y se hacían caca. Las madres revoloteaban amenazadoras alrededor pero no llegaban a atacar.


Se nos hizo tarde así que volvimos en dos viajes de zodiac a los barcos, los que iban a Marina del Cantábrico primero y los de Puertochico, después. Como había caído el viento y teníamos prisa, regresamos a motor.

El Corto Maltés.

lunes, 11 de mayo de 2015

Varada y remolque

Ayer anunciaban un domingo buenísimo, con altas temperaturas y vientos suaves del sur.

En casa preparamos comida tropical. Atún a la tahitiana y de postre mango para los mayores. Con los pequeños no conviene hacer experimentos cuando vas de excursión, así que arroz, y el mismo atún, pero a la plancha. Todo ello regado con abundante tomate.

Antes de salir consulté la marea, la bajamar era a las 16:45 así que, como todavía no tenemos el bote en Santander, decidimos dejarnos varar y bajar a tierra a dar un paseo. Cuando llegamos al puntal, izé el timón y dándole avante suavemente, encajé la orza en la arena.

Todavía con el barco en horizontal, empezamos a comer, rápidamente, porque cuando empiece la escora va a ser difícil mantener los platos en la mesa. Con niños ya se sabe, que te lleva la comida más de lo que esperabas así que para el postre, hubo que quitar la mesa.




Como en el barco se estaba muy incómodo, nos fuimos a dar un largo paseo hasta la poza del segundo embarcadero. 

Ignacio se escurre...
A la vuelta, ya había subido la marea y estaba a punto de salir libre el barco. Cuando nos disponíamos a subir, el dueño de la motora que sale en la parte de atrás de la foto, con un gin-tonic en la mano, me reclamó que no había tenido en cuenta su borneo y se había pasado la tarde luchando por no pegarse a mi barco. Yo le contesté que, como era evidente no me había movido de mi sitio y que de haber estado a bordo, poco podía haber hecho ya que no me podía ir a otro sitio. El tío tenía ganas de discutir, por lo que hicimos caso omiso y subimos al barco, no sin antes, mojarnos un poco. 

En cuanto quedamos libres, nos fuimos a Santander y a la altura de Punta Rabiosa, un Sun-2000 que se había quedado sin motor y estaba fondeado en medio de la canal nos pidió remolque. Le echamos un cabo y a todo lo que daban los seis caballos, le acercamos a Puertochico.




La tarde se estaba estropeando, estaba refrescando del oeste y se estaba nublando. Cuando llegamos a Puertochico, el Sun 2000 se soltó y se metió en su sitio como pudo, agarrándose a otros barcos.

miércoles, 6 de mayo de 2015

¡Un verdel!

Por fin hemos pescado algo!

03 de mayo de 2015
Distancia: 9,3 Mn
Duración: 3h 13´
Avs: 2,9 knt
Max: 5,4 knt 

Tampoco es que lo hagamos intentado mucho, pero hemos conseguido sacar algo de debajo de la superficie del agua.
El domingo por la tarde, estaba nublado y hacía calor porque tiende a Sur, pero soplaba norte o nordeste flojo y había poca hola fuera de la bahía. Salimos con los niños a dar una vuelta.

Al poco de izar la mayor, saqué el génova a cubierta, lo apareje y lo izamos. Salimos de la bahía en ceñida, dando bordos y cuando pasamos por la Boca Chica, entre la península de la Magdalena y la isla de Mouro, largué la cazea porque íbamos a unos tres nudos, se supone que la velocidad ideal.

A la altura de Cabo Menor, noto tirones en el hilo y cuando recupero veo que viene un pez. ¡Zafarrancho de combate! ¡un cubo!, ¡los niños que se bajen!, suelto la caña... En cuanto lo subo vemos que se trata de un verdel o caballa. Debía pasar despistado en perpendicular al nuestro rumbo y se quedó enganchado, porque lo ha pescado el más inexperto de la bahía.












Lo metimos en un cubo y seguimos con nuestra ruta, muy pegados a la costa, nos asomamos a Cabo Mayor, vimos los acantilados hasta el cabo de Lata y nos dimos la vuelta. Los niños estaban un poco aburridos y se peleaban dentro, en la cabina.

Cabo Mayor, el faro, y los acantilados con el Panteón del Inglés, hasta Cabo Lata.
Cuando entrábamos, pegados a las Quebrantas, noto más tirones en el sedal. Íbamos a orejas de burro y tenia miedo a trasluchar si soltaba la caña. Me pongo a recoger como un loco y se conoce que con muchos tirones porque cuando estaba a punto de sacar del agua lo que parecía una dorada, se soltó. Hubiera sido el colofón a una tarde inesperada de pesca.

De todos modos, hemos alcanzado un hito, que es pescar con el barco. A la cazuela.